Actualizado el 29 de September de 2014
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El proyecto museológico parte de una realidad incuestionable: la Cueva Pintada es, a el día de hoy, la máxima expresión artística y simbólica de los antiguos canarios. Pero tras la visita, el público debía asumir que, en definitiva, esta cueva artificial, a pesar de su excepcional decoración, es sólo un elemento más de los muchos que definen a la sociedad prehispánica de Gran Canaria. Lograr este objetivo, entre otros, supuso construir un sólido discurso histórico cimentado en los resultados de las excavaciones arqueológicas y en la rica documentación escrita que da cuenta del complejo proceso de conquista y colonización de la isla.
A la hora de buscar la singularidad y el elemento motivador que lograra atraer el interés y la atención del público, se pensó la ventaja que suponía conocer a los personajes concretos que transitaron por este espacio, y así se les dio voz para que narraran en primera persona los acontecimientos de los que fueron protagonistas, en el escenario en que tuvieron lugar. Es así como se decidió que Arminda ocupara un papel central para narrar lo que ocurrió en la isla en el lapso de tiempo que va desde mediados del siglo XIV a inicios del siglo XVI, periodo en el que el Archipiélago Canario entra de lleno en el mundo moderno. Se buscaba así trascender la mera visita a un yacimiento arqueológico, proponiendo sumergir al visitante en un auténtico viaje al pasado, no exento de algún efecto espectacular, creando un espacio y atmósfera mágicos. Tal y como se señalaba en 1999, no hay otro yacimiento en Gran Canaria, ni por supuesto en el resto de las islas del archipiélago, donde mejor se pueda respirar ese crucial momento de la historia de las Islas en que su cultura entra en violento contacto con la Corona de Castilla (Onrubia et al., 1999; Antona et al., 2002).
Arminda en los programas infantiles y familiares del museo
Una vez que en el propio museo, Arminda es la que articula el relato histórico en torno al yacimiento, también parecía procedente que esta niña, testigo de todos esos momentos cruciales de la Historia de la isla, fuera la protagonista de los primeros programas diseñados desde el museo para el público infantil y familiar. En efecto, el 29 de septiembre de 2006, apenas tres meses después de su apertura al público del Museo y Parque Arqueológico Cueva Pintada se presentó Arajelbén (hasta otro día). De cómo se conocieron Arminda y Fernandillo; pocos días después esa misma historia se representaba con marionetas en un escenario en el propio recinto del museo y, al tiempo, se ponía en marcha el taller Titiriteando en la Cueva Pintada que permitía trabajar en familia con los personajes y la historia de Arajelbén.
Culminaba así un largo proceso de diseño y producción de un programa didáctico que se había empezado a gestar en el seno del Proyecto Museográfico del Museo y Parque Arqueológico Cueva Pintada. Pocos proyectos de este género contemplan desde su temprana concepción el que debe ser uno de los capítulos esenciales en su redacción, aquél relativo a la Didáctica y Difusión. No fue éste el caso del consagrado a la Cueva Pintada, que desarrolló ampliamente este epígrafe en el que ya figuraba, bajo el título de carácter general Las aventuras de Arminda, estas acciones hoy plenamente consolidadas.
Los que trabajamos arduamente en este proyecto celebramos que la primera publicación de la institución no fue una sesuda memoria de colecciones arqueológicas (sin duda, necesarias), sino un cuento infantil.
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