Atualizado em 27 de August de 2014

Prêmio Ibermuseus de Educação

Menção Honrosa

País

Espanhaespanha-aspect-ratio-276x276

Ano

2010

Telefone

+34 915 774 760

Centro Portátil de Arte Contemporáneo

Antimuseo

Sinopse:

El Antimuseo de Arte Contemporáneo es una organización sin ánimo de lucro, dedicada al desarrollo de pensamiento crítico en las artes visuales, y en especial a la crítica institucional. Desde 1992 hemos trabajado sobre los mecanismos de legitimación de la obra de arte, con el objetivo de generar y fortalecer contra-públicos, entendidos como entidades sociales dotadas de agencia.

El Antimuseo colabora con grupos sociales que carecen de acceso al arte contemporáneo, y desarrolla modelos de participación en los procesos creativos, vinculando la práctica artística a contextos específicos y a sus conflictos políticos y sociales. Esta cooperación se articula con asociaciones civiles de diferentes niveles (vecinos, memoria histórica, mujeres, inmigrantes…), para facilitar el diálogo arte/sociedad y conseguir la mencionada contextualización.

En nuestra primera etapa  (1992/94) desarrollamos un programa de instalaciones de sitio específico en una fábrica abandonada en Madrid. En la segunda  (1995/2000) sin una sede propia, el programa de sitio especifico se trasladó a diferentes entornos: locales en desuso, viviendas particulares, espacios públicos… tanto en Madrid como en la ciudad de México. En la tercera etapa  (2003/07), con sede en Madrid, iniciamos una investigación sistemática de modelos de participación. Paralelamente hemos trabajado en la contextualización de la obra de arte en tejidos sociales específicos.

Objetivos:

El sentido de este proyecto se puede condensar en el comentario de un joven artista, cuando supo que organizábamos nuestras actividades en la periferia de la Ciudad de México: habíamos olvidado la difusión, nadie se estaba enterando, nadie lo estaba viendo. De eso es precisamente de lo que trata: de los que son alguien y los que son nadie. De qué es lo que hace que seamos alguien o seamos nadie.

El CPAC no es una obra de arte, es un museo, y por tanto no se proyecta desde los espacios de conflicto hacia los espacios regulados del Museo y la Galería, como ocurre con proyectos similares realizados por artistas. Su lugar es la calle, inserto y cómplice de estrategias de apropiación y resignificación del espacio público. Al estar dotado de ruedas permite trabajar de una manera muy concreta sobre el territorio, y entre otras cosas hemos descubierto la posibilidad de devolver la ciudad de México, en principio inconmensurable, a la escala humana, la del peatón.

Quizás lo más sorprendente de esta experiencia es que el CPAC ha sido aceptado con facilidad por los tiangueros y por los vecinos de las zonas donde hemos operado. Se integra sin más en el paisaje de la informalidad. ¿Es posible un museo informal, cuando la función de éstos es formalizar, institucionalizar prácticas culturales? Esta paradoja ha sido nuestra fuerza, la movilización, por una parte, de un gran aparato institucional (AECID, Secretaría de Cultura de la Ciudad de México, dos universidades…), y la inserción, por otra, en espacios urbanos problemáticos, desde la misma a-legalidad que las personas que viven en ellos, y son víctimas y parte activa de los conflictos.

Nuestros objetivos básicos, por tanto, se han cumplido: hemos construido un dispositivo capaz de producir espacio público, y paralelamente hemos desarrollado una metodología para desencadenar dinámicas sociales desde una institución cultural. Lo más importante es que en cada acción se abre un proceso de creación de la institución, en la que los diversos agentes de cada territorio toman parte y se apropian del resultado. La nueva institución cultural se convierte entonces en un poderoso medio para el diálogo y la escenificación de conflictos.

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